La discriminación sexista hacia la mujer formó parte de un adoctrinamiento en el que la educación ejerció una poderosa in- fluencia. Desde el mismo momento de la aparición de la escuela para niñas a mediados del siglo XIX, se observa una diferencia, tanto en el diseño curricular como en los valores que se impartía en la escuela. Diferencia que infravaloraba la condición femenina, pues potenciaba un espíritu de sujeción y regulaba las funciones sociales de la mujer "a los oficios propios del sexo." Esta concepción de la casa, como locus de la familia, se va convirtiendo en el centro de la vida y en la razón de ser de la mujer hasta culminar en concepto victoriano del hogar. De esa manera se construye una dicotomía de los espacios para la realización de la mujer, la metáfora del "dentro" y "afuera" termina montando una simbólica que marca un modo de ser que corresponda a "lo femenino" El hogar pasa a formar parte del concepto de lo privado, lo de adentro, que determina no sólo una división del trabajo sino además una divi- sión del mundo. El Reglamento Interior de Policía (1855) de la Es- cuela de Niñas de La Grita representó un salto cualitativo desde el punto de vista de la profesión docente, pues por primera vez, hay una propuesta acerca de la práctica pedagógica venida del docen- te; en este caso de la Maestra de Primeras Letras, Wescenlá García. Sin embargo, el proceso formativo de las niñas siguió dependiente de la razón patriarcal.

Descripción basada en Geoenseñanza. Revista Venezolana de Geografía y su Enseñanza, vol. 6, núm. 2 (2001), P. 215-234.

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